Hace seis meses que emigré de España... ¡Maravilloso Uruguay!

por | Abr 25, 2013 | Experiencias de vida | 2 Comentarios

Sí, fue hace seis meses que emigré a Uruguay. Cuando en España parecía que se había tocado fondo y que poco a poco se iba a recuperar.Mentira.

Cuando en España parecía que el nuevo partido político realizaría los cambios necesarios para que fuera levantar España.Mentira.

Cuando en España lo único que se celebraba públicamente eran las victorias de fútbol. Verdad. Mucha gente sabía que me iba porque en España no se vende felicidad, ni calidad, ni talento. Se venden productos que o bien consiguen reducir costes o bien están dirigidos a ricos.

Reducir, reducir, reducir, es el mantra que se respira. Se ha llegado a una espiral en la que el propio sistema público intenta “auto-privatizarse” y destruir servicios gratuitos que han costado años de construcción. Un sistema en el que puedes robar millones de euros, guardarlos en Suiza, y pasearte por la calle, pero en el que robas mil euros en un comercio y te encierran para varios años. Un sistema en el que si matas a un desgraciado te pueden caer veinte años, pero en el que te emborrachas y atropellas a un inocente, ni pisas la cárcel.

Un sistema podrido, que lleva desde el 2008 en crisis, y al que probablemente le queden otros cincuenta años más de crisis (siendo optimista). Antes se culpaba al presidente Zapatero, y casi todo el mundo habló maldades de él. Ahora los que votaron al nuevo presidente Mariano han comprobado como el nuevo partido es aún peor, mucho peor, porque encima lo hacen todo sin contar con el apoyo de nadie. Sin lugar a dudas han realizado lo contrario de lo que prometieron, y ya no tienen a quién culpar.

Es la incompetencia de unos pocos que avergüenza a todo el país en los titulares internacionales. De la monarquía ni hablo. “Pedro se ve en tus mensajes que le guardas rencor a España”, escucho algunas veces. En mi opinión el rencor es una gran característica, que los que la sabemos gestionar, la convertimos en oportunidad. Los que no saben, la utilizan para describir su propia limitación y así excusarse en su falta de valor para salir de la zona de confort.

¿Qué todavía no sabes cuál es tu zona de confort? Bueno, pregúntate que es lo que estás dejando de vivir por culpa de los demás y cuánto estás dejando de vivir por tu culpa. Cuando aceptas la responsabilidad, el camino verás que puede tomar nuevas direcciones. Así dejé el rencor a un lado, el apego, el resentimiento, y desde hace meses disfruto de otro país, Uruguay, que como todos los sitios, tienes sus ventajas y desventajas.

Pero en donde hay esperanza, sonrisas y gente disfrutando de las pequeñas cosas. Un país en el que se ven oportunidades, en donde el esfuerzo se recompensa, y en donde quien quiere ganar más dinero puede incluso tener dos trabajos. Obviamente hablo cada cierto tiempo con personas de mi país. Todos los compañeros, amigos y familiares con los que he podido hablar de España sólo tienen una palabra en mente: sobrevivir. El gobierno dice recortar, recortar, recortar, y la gente repite, sobrevivir, sobrevivir, sobrevivir.

¿A dónde van a llegar? ¿A seguir como están, sin agarrar el toro por los cuernos, y viendo como los demás países serán cada vez más competitivos que España? Menos en fútbol, que ya sabemos que cuentan con los jugadores mejor pagados del mundo. La realidad es que los ridículos dirigentes políticos de España confunden a los nazis con los socialistas, y a los etarras con los afectados por la hipoteca. Con este nivel de confusión es normal que las cifras económicas vayan de mal en peor. Salir de la espiral de la supervivencia para mejorar tiene el gran coste de desapegarse de ciertas cosas, como la familia, algunos amigos, y todo lo material que te rodee.

Lo material fue un ejercicio complicado, pero muy satisfactorio (el mejor ejercicio de la vida: «Desapego total de lo material»). La familia y los amigos es una barrera para muchas personas, pero con la tecnología que tenemos hoy en día, es igual de sencillo permanecer conectado con cualquier parte del mundo sin problema alguno. A mis compañeros de España no les sugiero que se muden o se queden, sólo que analicen el coste de oportunidad que tienen en España.

Como dice la Wikipedia “en economía, el costo de oportunidad designa el coste de la inversión de los recursos disponibles, en una oportunidad económica, a costa de la mejor inversión alternativa disponible, o también el valor de la mejor opción no realizada”. Es decir, tener unos estudios maravillosos en un país que no invierte en el talento arruina la inversión realizada. Incluso lo destacaba Enrique Dans recientemente en su blog: Si quieres emprender, haz las maletas.

La “puta realidad” es que en España no hay quien busque capital para un proyecto innovador si no tienes avalistas o amiguitos enchufados. Lo digo por experiencia, como comentaba en “El resentimiento no aporta nada. Yo emigro para ser feliz. Adiós España”. Es por cierto una de las experiencias que compartí en mi última conferencia en Bilbao, cuando hablaba de la importancia del contexto para estar motivado (¿pero cómo consigo hacer cambios y estar motivado en este contexto de mierda?). Bien, compartida esta terapia al escribir, la pregunta es, ¿y cómo te trata Uruguay? Pues la respuesta quiero que sea bien clara: “Uruguay me trata de PUTA madre” (no está bien decir malas palabras, pero merece la pena contrastarlas las dos que he mencionado). La gente aquí es maravillosa, súper atenta, tratan a los extranjeros mejor que a los suyos (dicen que por complejo de inferioridad).

¿Qué hay gente mala? Sí, como en todos los sitios, pero en general, el trato es mucho mejor que el que se realiza en España con los extranjeros. Matizaré un poco más, ya que en España incluso se insultan si eres de una autonomía distinta (cosas de los independentismos, ya se sabe). Quiero dejar bien claro que cuando aterricé no tenía trabajo alguno, entonces, ¿cómo me busqué la vida? Como todo el mundo, mirando todas mis habilidades y buscando la mejor forma de encajarlas en la demanda existente. Sin decir tonterías del estilo “es que yo antes trabajaba de…”, “es que yo he estudiado para…”, o “es que yo por menos de XXX no pienso trabajar”. Así que he buscado cosas dentro del coaching, de la ingeniería, de la formación, o de la gestión de contenidos digital.

El coaching en Uruguay (y por lo que he visto en algún país más de Latinoamérica) ofrece una ridícula lucha de egos. Una fuerte hipocresía en donde casi todo el mundo se pone buena cara pero luego se hablan fatal a las espaldas. Esto se escucha en algunas personas que consiguen  manchar descaradamente el concepto que intenta transmitir el coaching.

Seguro que pronto compartiré algo más del tema, pero desde hace tiempo pienso que el mercado del coaching en el mundo latino tiene que dar un giro importante, porque tiene demasiados aprovechados que confunden la calidad con las ganas de factura (son parte del coaching ontológico denuncias). Supongo que más que con el coaching, tiene que ver con la historia que acumulamos los latinos de “dar el pelotazo” y vivir del cuento, cosa que se observa como creencia habitual.

Sea como sea, el coaching es una técnica que aplico en mis trabajos, en donde la gestión de contenidos digitales es ahora mi fuente de ingresos. La acompaño en crecer y crecer a base de compartir contenidos en este blog, la capacitación que voy a dar en la Universidad Católica del Uruguay, o en el programa Ruta Feliz del canal Nuevo Siglo que comenzaré en semanas junto con Leticia Brando. No les quiero engañar, cambiarse de país no es fácil.

Aunque todo es relativo y depende de cómo se compare. Dejando a un lado las situaciones patológicas de apego que sufren algunas personas, la realidad es que las posibilidades de mejorar saliendo de España son bastante altas. Ahora comparto algunas experiencias con grupos dispersos a lo largo de todo el mundo, que con la referencia “no nos vamos, nos echan” están intentando un cambio de sistema. Desde mi punto de vista la queja ya está empezando a demostrar que no sirve para mucho. Según nos dice la historia, ahora empieza ya el momento de poner una guillotina y ofrecer “barra libre” a los que se creen por encima del bien y del mal.

¿Pero cómo una persona que se ha formado en coaching dice algo así? Bueno, el coaching te potencia la conocida idea de que nada es verdad ni es mentira, todo depende del color del cristal con que se mira. Pero ahora que le digan a un juez que aplique esta idea del coaching con un asesino a sueldo… carcajadas aseguradas. Si algo me ha enseñado el coaching es que hay que luchar por la vida. Aceptando lo bueno y lo malo. Arriesgando, saliendo de la zona de confort. Pero si algo me ha enseñado la vida es que hay cosas buenas y malas.

Sólo cuando te alejas de las que no te aportan y te aproximas a las que más vibran con tus valores… es cuando tienes mejores posibilidades de disfrutar la vida. Y en Uruguay… ¡feliz, muy feliz!

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2 Comentarios

  1. Genial post. Gracias por compartir tu experiencia. Otro defecto muy español: la envidia. Estamos mal, pero siempre habrá al gún compañero de profesión que te complique las cosas a peor. Por lo que dices, en latinoamerica parece que tambien heredaron esa fea característica?

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    • Luis… me parece que es algo en general de los latinos… ¡estén donde estén! Un saludo y muy agradecido si compartes el blog.

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