Lo cierto es que no quería perder la oportunidad y he retomado una antigua foto que me hicieron. Me pintaron del Increíble Hulk para dar vueltas por una soleada playa de las costas de Cádiz. Se podrán imaginar el ridículo que se pasa así, pero tardé poco en darme cuenta de la gran oportunidad que me brindaba ir de ese guisa.
Nadie espera que estés pintado de verde en una playa calurosa a las cuatro de la tarde. Por tanto lo primero que recibía de las personas era una profunda sonrisa. Después todo el mundo me preguntaba si estaba haciendo una promoción para alguna marca conocida de cervezas (¿saben esa con el envase verde?), de teléfonos (¿también recuerdan la que tenía el color verde?), o cualquier otra semejante.
La reflexión es bien sencilla. Para conseguir cosas extraordinarias hay que hacer cosas extraordinarias, fuera de lo normal. Para mucha gente puede ser una sencilla forma de hacer el ridículo y les dará vergüenza. Para otros, una oportunidad para llamar la atención y conseguir que muchas personas se fijen en su producto o servicio. El problema es que hay mucho lobo disfrazado de Caperucita Roja aparentando no sólo en carnaval.
Te recomiendo que practiques en carnaval con algún disfraz que tengas oculto. No te hace falta que te vayas al Carnaval de Venecia. No hay nada como jugar a representar alguien que no eres, y aprender a tratar con personas que interpretan a quienes no son. Porque luego la realidad supera muchas veces la ficción…
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