Les prometo que me quedé de piedra al leer la noticia. Más cuando leí que este supuesto personaje ha sido premio Nobel, es decir, que se supone cierta cultura a sus espaldas. Leí este texto textual:

“los diputados homosexuales deberían sentarse en la última fila de los escaños parlamentarios, e incluso fuera del parlamento", justificando este segundo plano "porque sólo representan a una minoría.”

Después de meditar sobre esta frase, me pregunté, ¿es que este señor es tonto o se lo hace? Porque es respetable que tenga sus preferencias sobre la homosexualidad, pues es tristemente “normal” que haya gente que no respeten estas preferencias (recuerden que en muchos países las mujeres han empezado a votar hace pocos años, por mencionar otro ejemplo absurdo). Pero es que juntar el tocino con la velocidad sólo ofrece una forma de demostrar los patrones tóxicos (o placebos) que tienen algunas personas inyectados desde la infancia.

Este es un ejemplo aplastante de comunicación incongruente: si un diputado es homosexual, bisexual, heterosexual, pansexual o lo que quiera ser, es una condición que afecta a su salud sexual, no mental, y por tanto poco importa para la función encomendada. Es como si mañana intento poner a los fumadores al final del parlamento simplemente porque representan a una minoría… ¡semejantes tonterías no se pueden ni pensar!

En fin, por la boca muere el pez, y en este caso este personaje me parece que ha avergonzado ya a toda Polonia. Quizás sólo sea demencia senil…