Casillas dijo que la selección ganó cuatro a dos, aunque el delantero del equipo contrario afirmaba que ganaron por un gol, y el árbitro repetía una y otra vez que habían empatado. ¿Se imaginan que estos fueran los resultados que ofreciera la prensa deportiva tras la última final del mundial de fútbol en Sudáfrica? ¡Vaya tontería!
No, no es una tontería. Si eso pasa en el fútbol, seguro que cortarían la cabeza a más de uno, pero cuando pasa en nuestras calles no hay problema. Demasiadas veces he comprobado que el día después de una manifestación diferentes medios afirmaban cosas como... “han asistido casi dos millones de personas”, para otros “no llegaron ni a cien mil”, y otros en cambio mencionan “que se contabilizaron medio millón de manifestantes”. Existen diferencias en ¡órdenes de magnitud! ¡y se quedan todos contentos con los resultados!
Las manifestaciones en España (y supongo que en medio mundo) son un ejemplo de lo desde hace años demuestra la manipulación de los medios. Te digo que todo va bien, después por debajo te reconozco que nos vamos a la quiebra, aunque en realidad, no se va ni tan bien ni tal mal. Una de mis frases favoritas… “nada es verdad ni es mentira, todo depende del cristal con que se mira”, que fijaros si llega a ser tan real, que depende de la página resultante de Google, puede ser que la dijera William Shakespeare, Campoamor, o incluso fuera anónima.
Pues nada, me quedo con aquello de que todo vale, y que ser incompetente es aceptable, por mucha ciencia que hayamos inventado. Y es que para contar el tiempo que tiene la pelota un jugador de fútbol en un partido no fallamos ni un segundo. Pero para contar el número de personas que secundan una manifestación, nos desviamos en órdenes de magnitud. Pero si fuera sólo eso, no habría mayor problema, pero es que además, seguimos aceptando los paraísos fiscales, que los sistemas no regulen la corrupción y que los políticos roben. Total… ¡para qué íbamos a mejorar cosas tan básicas si ya tenemos el tiempo de posesión del jugador de mi equipo favorito! ¡Claro que sí! ¡Alegría!
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