Lo cierto es que muchas veces nos dicen aquello de “el dinero no da la felicidad”, y personalmente no lo tengo tan claro, porque si bien es verdad que puede no dar la felicidad, si puede ayudar si lo sabemos gestionar.
Hoy os quiero compartir la entrevista que he leído de la afortunada del premio más grande de la historia. Ha pasado, y pasa, ocultando su identidad, para no tener el miedo en el que viven los millonarios. Todo un ejemplo de vida, y aquí os dejo la artículo que podéis consultar en La vida sencilla de la mallorquina que ganó el premio histórico.
Un hombre tuvo en sus manos a una mujer sencilla. La embarazó. La abandonó. Podría ser la vecina de al lado. La chica que camina a tu lado. La que compra unos vaqueros en el Zara donde estás ahora. «El hombre tiene en sus propias manos el molde de su fortuna», escribió Bacon. Ella era como todas y a la vez única. Pocos meses después, su vida, la de ella, cambiaría. Y a la vez no. Hoy vive como todos. Usa el coche más común del mercado. Reside en una casa en el campo. Nada grande, nada ostentosa. Tiene un hijo de cuatro años.Ella, 29. Ni muy alta, ni muy baja. Seca en su actuar. Ayer tímida. Ahora decidida. En 2009, meses después de dejarlo como novios virtuales, un golpe de suerte le dio un cheque con esta orden de pago escrita: «Ciento veintiséis millones doscientos treinta y un mil setecientos sesenta y cuatro euros». Entonces tenía 25 años. El premio de lotería más grande jamás entregado en la Historia.
-¿Cuánto ha cambiado tras ser multimillonaria de repente?
Intento seguir siendo yo misma. Al principio no conté a nadie de mi entorno lo que realmente había ocurrido. Temía que cambiaría todo si lo supiesen. Poco a poco me di cuenta de que tenía que irme de aquí. Empezar una vida nueva en un sitio donde no me conocieran. Es allí donde logré vivir tranquila y donde intento no cambiar como persona.
Apenas un puñado de personas, no más de 10 en el planeta, saben quién es. Se ha escondido. Ha gastado apenas. Es aún más acaudalada. Entre ella y su principal confesor -y asesor, Sascha Badelt, director de la web donde jugó sus números a los Euromillones- reconstruimos la vida de la más rica de España menor de 30 años. Austera, sin ostentaciones, sin despilfarros.
París. Viernes, 8 de Mayo de 2009. Los números ganadores son 04, 23, 24, 29, 31, más los dos números estrella 08 y 09. Alea jacta est. El programa informático señalaba que el máximo bote acumulado en los Euromillones tenía dueño. Las bases de datos delimitaban que el boleto ganador se vendió en la administración de loterías Nº 25 de Madrid. Catalina estaba enferma, tosiendo sin parar. Un supervisor temblaba al saber que su empresa había sido la intermediaria en la operación. Catalina había jugado cinco apuestas. Los 10 euros mejor invertidos de su vida, de millones de vidas quizás.
La más rica de España menor de 30 años: «Intento valorar el esfuerzo que es para otros ganarse la vida.»
El sábado, Sascha intentó contactar con Catalina. Ella no contestó su vetusto aparato móvil, lo más alejado a un smartphone, similar al que sigue usando hoy. No estaba para nadie. Lo intentó varias veces. Decidió enviarle el correo corporativo que se solía enviar a los ganadores. Sin darse cuenta que éste, con letras de muchos colores -en este caso- podía parecer un timo. Catalina leyó el email el lunes al reincorporarse al trabajo. Tenía demasiadas tareas pendientes. Cuando tuvo tiempo reparó en él. «Ha ganado un premio», leyó. Con un poco de desánimo, levantó el teléfono y llamó. Sascha se tocaba el cabello nervioso. Ella, como pocas veces en su vida, se estremeció. Se acariciaría la barriga recordando su embarazo. No gritó. Ni se puso eufórica. Nada que la pudiera delatar. Comenzó su estrategia de ocultarse. Catalina seguiría siendo la administrativa eficiente, la chica puntual, la que no daba problemas. Las que los solucionaba, sobre todo si tenían que ver con ordenadores.
Frente al Mediterráneo. Jueves de noviembre de 2013. Catalina es otra persona. No por fuera. Continúa siendo la muchacha que se sentía feliz saqueando Mango. Ella siguió unos dos años trabajando. Para no llamar la atención. Nunca sintió que a pesar de tanto dinero debía dejar de hacerlo. Era/es como un sentimiento de responsabilidad. Se sentía mejor. No podía contárselo a nadie. Aún para esta entrevista cuenta con la asesoría de Sascha, que supervisa cada palabra a responder...
-Tiene un hijo. ¿Es por él que oculta tanto ser quién es? ¿Él disfrutará de su enorme fortuna?
El mayor precio que tuve que pagar por tener una fortuna tan grande es que tuve que dejar mi isla querida para proteger a mi hijo. A él no le faltará nada pero también quiero que aprenda a vivir una vida normal. Como todas las madres quiero darle la mejor formación. Pero no le quiero mimar demasiado. Ahora cumple 4 años y crece como cualquier otro niño. No quiero que sepa que ha nacido rico.
-¿Cuál ha sido el mayor capricho que se ha dado? Aquello que jamás en su vida soñó tener...
-Poder estar tranquila con mi hijo en un sitio dónde me siento segura. A veces me voy de viaje con él a un país lejano. Y nos inflamos de helados... Cuando él sea más mayor me gustaría que crezca con animales. A mí me gustan mucho. Antes de ganar el premio siempre tuve que vivir en la ciudad de Palma. Me gustaría vivir en una finca llena de ellos. Pero no creo que vuelva a Mallorca.
-Su austeridad es digna de elogio en estos tiempos de despilfarro...
Cuando tienes tanto que te puedes comprar un equipo de fútbol o una compañía aérea, el concepto del dinero se relativiza. No te hace más feliz. Aunque tengo que reconocer que la seguridad económica también puede darte libertad. Intento seguir valorando el esfuerzo que significa para otros ganarse la vida.
-Su abuelo jugó sus números siempre. Usted y su hijo tuvieron la suerte que él no tuvo...
Como mucha gente en España, mi abuelo jugaba siempre la misma combinación. Yo me acuerdo que hablaba de vez en cuando sobre las cosas que iba a hacer cuando le tocase. Lo único que le tocaba eran reintegros y algún premio de 1.000 pesetas. Me hubiese encantado contarle que no ha soñado en vano.
Tras nacer su niño, cumplido el permiso de maternidad, regresó a su empleo. No quería llamar la atención.
Soñar y ser cautos siempre. Lecciones de hombre sabio. Durante esas semanas fueron planificando donde depositarlo. «Había caído Lehman Brothers, los bancos eran intervenidos», dice Sascha. El cheque llegó. «126.231.764 euros». Libres de impuestos. Emitido por La Caixa, se transfirió a tres bancos. Dos extranjeros y uno español, de los más sólidos del mundo. Sólo un alto ejecutivo de cada uno de ellos sabe la identidad de Catalina. «Durante mucho tiempo mi socio y yo éramos los únicos con los que podía hablar. Confiaba en nosotros. Nuestro interés era que ella no corra peligro y que no vaya a perderlo todo».
Comenzó el proceso de aprendizaje de Catalina. Y de Sascha. Recibieron clases de los mejores asesores del orbe. Ellos se desplazaban a donde le indicaran y no sabían siquiera quién era la chica que iba a las reuniones con jersey y vaqueros. «Estaba nerviosa. No sabía cómo actuar», rememora Badelt. Pero poco a poco aprendió. Ella seguía trabajando. Puntual. Sin gastar nada. Todo colocado en fondos garantizados, paquetes de acciones... Como era ahorradora y no tenía un mal salario, pudo justificar ciertos gastos. «Dijo que le había ido muy bien en unas inversiones» y que así logró regalarle 200.000 euros a su mamá [ni ella ni Badelt quieren ahondar más en el tema, en cómo los justificaron, pues desvelaría su identidad]. Cambió su piso de 50 m2 por una confortable vivienda en el campo. No más.
Tras nacer su niño, cumplido el permiso de maternidad, volvió a su empleo. Puntual como Bartleby. Sin comprarse ni un coche nuevo. En 2011, coincidiendo con una reducción de trabajo en su oficina, abandonó el puesto. Contó que iba a estudiar más y que iba a ser autónoma. Que necesitaba formarse. Esta vez no tuvo la necesidad de mentir. Eso sí, era una trabajadora por cuenta propia. Multimillonaria. Se matriculó en una escuela de negocios a distancia. No lo había hecho mal. Su fortuna se había incrementado a un ritmo de no menos de seis millones anuales. Ese año se había destapado el escándalo de que Botín y familia no habían pagado impuestos por 2.000 millones olvidados en Suiza. Catalina nunca quiso pasar por esas vergüenzas. «Contraviniendo los consejos de asesores fiscales nunca buscó trampas y ni pensó en abogados de deudas. Pagó a Hacienda lo que debía, unos tres millones, por ejemplo, el primer año», asegura Badelt. Ha vivido con una cautela extrema. No sólo para resguardar su nombre. También en sus aventuras financieras. «Le ayudamos a invertir de manera muy conservadora. Primero con una rentabilidad fija. Después arriesgando más».
«Es ya más rica que Josefa Ortega Gaona, hermana de Amancio Ortega. Está entre los 300 hombres y mujeres más ricos de España.Y es la más acaudalada de las no herederas», explica sin titubear Jose F. Leal, responsable del ranking de millonarios de España del Magazine de El Mundo [cuya edición 2013 se publicará el próximo domingo]. De récord en récord. Cuando cobró su cheque fue el más alto cobrado en toda la Historia por una sola persona. Hasta el momento se creía que lo superaban en EEUU. Pero no. Uno, marzo de 2007, bote de 390 millones de dólares en el Mega Millions. Pero se los repartieron entre dos. No sólo eso. Como los suertudos eligieron cobrarlo en cash en un solo pago, por las características de la lotería americana, la cifra disminuía a 233 millones divididos entre dos, y se quedaba en 116,5 millones. No llegaba a los 100 millones de euros para cada ganador. El otro rival del cheque de Catalina era Jack Whittaker, Jr. Considerado el mayor ganador de todos los tiempos cuando se embolsó -según la prensa- 319 millones de euros. Sin embargo, como en el caso anterior, eligió cobrarlo inmediatamente y el montante final se quedaría en 113,4 millones de dólares [entonces, prácticamente lo mismo en euros]. Muy lejanos de los 126,2 millones de euros de la mallorquina.
Jackson era también el espejo en el que no había que mirarse. Derrochador y exhibicionista. Capaz de perder medio millón por dejarlos dentro del coche e ir a un club de striptease. Perdió a su hija y a su nieta, ésta última tras una sobredosis de drogas. La tragedia fue mayor que su fortuna... «Necesitas años para creértelo. Para saber cómo sobrellevar tanto dinero», afirma el director de Serviapuestas. «A ella no le podría pasar, sabe escuchar»
Coincidiendo con una reducción de trabajo en su oficina, abandonó su puesto. Fue la perfecta tapadera.
Catalina disfruta ya de un coche nuevo, un utilitario. También tiene un caballo -no más de 10.000 euros-, su gran pasión. Ha llenado de animales su finca. Perros, gatos, pájaros... Al principio pensó tener una yeguada, pero lo descartó por no llamar la atención. No le gusta la alta sociedad. Ni políticos. Ni famosos. Ha rechazado invitaciones all included en zonas VIP de la Fórmula 1, tenis, fútbol... Va a buenos restaurantes, eso sí. Mas ninguno posee siquiera una estrella Michelín. La multimillonaria más atípica del mundo.
-Su hijo nació en un hospital público. No tiene interna. Ni coches de alta gama... Usted es ejemplar.
En aquel momento, después de ganar el premio sentía una necesidad de vivir una vida lo más normal posible. Pensaba que me iba a volver loca si empezara a vivir otra vida. Por eso quería dar a luz en el hospital público. Creo que tenemos buenos hospitales públicos en Mallorca. Además, nadie sabía lo de mi premio. ¿Cómo iba a explicar a mi madre que voy a un hospital privado?
-¿No disfruta lo que tiene?
Siempre quise ir a EEUU, el viaje más caro que he hecho. Allí hay tanta gente rica que soy una más.
-¿Sabe que en España nadie menor de 30 años posee su capital?
La verdad es que no me comparo con nadie. Tengo enorme respeto por la gente que se ha ganado una fortuna. Sé que no me lo he currado. Por eso nunca dejaría de trabajar.
Pregunto a Sascha cuánto ha cambiado Catalina. «Siempre fue tranquila y racional. Seca. Ahora, también puede ser divertida. Ha ganado en autoestima». Sigue siendo de vaqueros y camiseta. Su rutina es sencilla. Se levanta temprano. Repasa sus emails, sus movimientos bancarios. Acaricia a su pequeño por las mañanas y antes de acostarse.
-Cuéntenos sus sueños futuros. Los que no pudo cumplir...
Obviamente, en mi situación, veo mucho más claro que las cosas que más feliz me hacen no están relacionadas con el dinero. Soy madre soltera. Un día me gustaría tener otro hijo y no descarto la posibilidad de adoptar.
-¿Por qué su comportamiento? Ese apenas «disfrutar» su fortuna
Es el precio a pagar para que mi hijo crezca sin miedo.
El dinero no da la felicidad, es una reflexión comúnmente compartida. Aunque algunos piensan que el dinero es la clave para ser feliz, yo soy un fiel creyente de que no es el dinero, sino la persona quien determina su felicidad. Puede que el dinero proporcione comodidades y oportunidades, pero no garantiza la satisfacción espiritual ni la alegría genuina. En mi opinión, la verdadera felicidad reside en valores como el amor, la amistad, la pasión y el crecimiento personal. No podemos medir nuestra felicidad en términos monetarios, ya que el dinero es simplemente una herramienta material. Entonces, aunque el dinero puede brindar ciertos placeres momentáneos, es importante recordar que no es la fuente definitiva de la felicidad.
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Dinero y felicidad, pero ¿el dinero da la felicidad? Lo cierto es que muchas veces nos dicen aquello de “el dinero no da la felicidad”,aunque...
Entonces con este artículo Pedro, que tú mismo publicaste puedes darte cuenta que el dinero se debe tener en la medida justa porque sino te tienes que ocultar, no puedes hablar libremente por el temor de que muchos te hagan daño, hasta mudarte a otro lado de donde hubiera querido seguir viviendo y mintiendo sobre lo que haces para tener ciertos gustos. LA VERDAD , yo soy fiel creyente que la falta de dinero no te hace infeliz si te mantienes unido a tu familia y haces una sola fuerza, lo importante es tener salud. Yo pude comprobar que después de haber tenido una posición cómoda, nos quedamos sin nada y fue el momento que más unidos estuvimos hasta que nos hemos recuperado gracias a que tenemos trabajo y ahora más bien cuando tenemos demás , aprovechamos de ayudar a alguien que necesite porque el dinero viene y se va , en cambio el amor y la familia quedan por siempre.
Hilda, excelente reflexión que comparto sin dudar. Muchas gracias por dejar tu precioso comentario y si compartes el blog con las personas queridas.
Pedro……………………muy bonito tu artículo. Me preocupa que el niño crezca sin la figura paterna……..podrias facilitarme el e-mail de Catalina. Te lo agradecería mucho.
Roberto, desconozco el e-mail de Catalina. Siento no poder ayudarte.