Coaching, coaching, coaching, siempre me gustó esta disciplina. La controlo a las mil maravillas y creo soy una de las personas del mundo que más he escrito y compartido sobre el tema. Pero cuando escribes, compartes, y lo practicas una y otra vez, ¡te puede acabar atrapando! Recuerdo que hace poco escribía las fases por las que pasa todo coach (que muestra la mentira del coaching), pero hoy os quiero compartir cómo pasar de practicar el coaching en tu vida, a practicar el liderazgo. Las diferencias pueden ser sutiles y parto del hecho de que el coaching es una disciplina o método de trabajo, y el liderazgo es toda una actitud o habilidades para la vida que puedes desarrollar en tu persona o con las personas.
¿Qué tiene la filosofía del coaching que tanto engancha? Sencillo, te hace responsable de tu vida, y en vez de gastar tiempo culpabilizando a los demás, te pone a pensar en lo que quieres y cómo lo vas a conseguir. Para muchas personas el coaching es toda una filosofía de vida, que no sólo usan con sus clientes, sino que también la aplican en su vida constantemente. Bueno, hasta aquí todo correcto, pero el problema es que como todo, en sus excesos, puede llevar a la ruina mental. ¿Qué pasa cuando se aplica coaching para todo en la vida? Empiezas a crear opciones para cualquier cosa que tienes que hacer. Piensas en perspectivas y te das cuentas que no hay nada ni bueno ni malo, todo depende del observador. Generas tu un plan de vida lleno de intenciones de cómo querrás ser de aquí a unos años.
¡STOP INVENTING! ¡BASTA! ¡PARA POR UN MOMENTO! Un líder pone los pies en la tierra y entiende que se encuentra en un contexto. No todas las perspectivas son correctas (como ya dije en el artículo de “La tontería de cambiar de perspectiva”), y además según el contexto estamos limitados (¡es la vida!). Por poner algunos ejemplos actuales de contextos bien distintos a la hora de comprobar cómo varían las libertades: la prostitución es legal en Canadá, Uganda castiga con cadena perpetua la homosexualidad y España ya retira la libertad para abortar. Así que cuidado porque el coaching permite imaginar muchas cosas, pero sólo el líder sabe eliminar las opciones sin sentido de forma rápida e inspirar a la gente para conseguir un objetivo común. El líder toma decisiones partiendo algunas veces de un proceso de coaching pero luego ejecuta acciones hasta sus últimas consecuencias aceptando muy bien la diferencia entre el bien y el mal.
Te quiero compartir un ejemplo personal he vivido en los últimos meses. Si lees este blog (suscríbete si te gusta), sabes que desde hace más de un año resido en Uruguay, lejos de mi natal España, y en algunas ocasiones extraño a mi familia o al entorno. Durante muchos meses generaba, pensando en la disciplina del coaching, las distintas opciones que tenía, y entre ellas una era volverme a España (aunque eso supusiera no ver a mi hijo). Siempre tenía eso como plan de salvación… “¡volver con mamá!”, como se diría comúnmente… porque a fin de cuentas era una opción más que me generaba el coaching (obviamente con sus pros y contras). Todo el día pensando que siempre quedaba la opción de volver. O como escribía en algunos libros, la otra opción de “no hacer nada”, para tenerla siempre presente.
En las dinámicas de liderazgo se comprueba siempre que para un líder las opciones de no hacer nada o una retirada se muestran profundamente irrespetuosas con su aptitud de liderazgo. ¿No hacer nada?, pero ¿y el coste de oportunidad que pierdo? ¿Una retirada?, ¿y dónde se queda el proyecto? Es sencillo, como líder he empezado a borrar opciones que permitía el coaching. Ahora no evalúo como posible eso de no hacer nada o de volverme a España. Porque soy un líder, y los líderes no entendemos de tantas opciones… ¿te animas a dar el salto?
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