Esa es la cara que veo en todas las fotos que se hacen los políticos cuando ven a un compañero de otro país. El otro día vi la foto de algún líder favorito: Mariano Rajoy y Angela Merkel en un autobús que hacían de grandes amiguitos en un autobús. Hoy veía a Angela Merkel y Vladimir Putin con gran sintonía mientras tomaban un refresco.
De primeras la cara parece de entendimiento, de amistad, de alegría. Quieren compartir todos sus secretos y transmitir las mejores formas de gobernar y salir de esta crisis que no está llevando a la locura y nos hace siempre pensar cuándo será la tercera guerra mundial (que nos acompaña ya varios años). Tienen una total confianza en el otro y están dispuestos a demostrarlo en cada paso que dan.
Amigos míos, no se engañen, porque son más falsos que las antiguas pesetas. Están esperando darse la vuelta y dar una puñalada por la espalda, vamos que hay personas que se aprovechan de otras a la mínima de cambio. Sólo desean que se vayan los fotógrafos, para empezar a discutir todas las tonterías que está haciendo el contrario, y que directamente afecta a su país. Y además necesitan de traductores, porque todavía se creen tan importantes que obvian hablar otros idiomas.
Es la política de echar la culpa, de lo que suelo denominar los incompetentes profesionales, que no entienden que cuanto mejor nos vaya a todos, mejor les irá a ellos mismos. Pero claro, hay algunos ruines que han abusado tanto de recibir y de nunca dar (seguro que les viene a la cabeza algún político), que ahora existe cero confianza. Si de verdad quieren que lleguemos a buen puerto, nos tienen que empezar a crear políticas de compromiso basadas en una confianza a largo plazo. Una política basada en valores .
Basta ya de tanto odio al equipo contrario, y empiecen con un poquito de amor. Poniendo la carita falsa no se soluciona nada.
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