¿Por qué es importante el lenguaje para la ciencia? Desde pequeñito me apasionaron los números y los ejercité desde el primer ordenador que cayó en mis manos (fue un ZX-81). Incluía un montón de comandos y generamos programas que hacían justo lo que tenían que hacer. Y cuando no lo hacían, sabías que te habías equivocado, porque el ordenador siempre hacía lo mismo. Pensaba que era un poco tonto, pero ahí radica su encanto… ¡en que siempre hacía lo que tenía que hacer!
Evidentemente acabé estudiando ciencias exactas, con una carrera de ingeniero informático, perfectamente alineada con mi cerebro cuadriculado (actitud que a los psicólogos y psiquiatras les encanta denominar obsesivo compulsivo, y que yo prefiero llamar como poner atención a los detalles). Me encantaba que es fácil decir la verdad con las ciencias exactas, que tenían siempre dos formas de demostrar una teoría:
Tras varios años de carrera y decidí irme del país e ir al extranjero a buscar trabajo, pude comprobar cómo habitualmente se maltrata el lenguaje. Las ciencias sociales, que se amparan casi siempre en la estadística, analizan a una muestra (habitualmente una muestra de una población) y generan afirmaciones contundentes que siempre me sorprendieron. Ayer analicé una en mi blog, cuando hablaba “del hombre más feliz del mundo”, porque siendo exactos y precisos, para saber si es el hombre más feliz del mundo habría que:
Pero para ser un poco más precisos, y evitar caer en tonterías, es más interesante incluso darse cuenta de que cuando hablamos de medir, sólo se puede hacer objetivamente cuando existen medidas universales (como el litro, el kilo, el metro, etc.), ya que de otra forma, la medición no es absoluta. Si de verdad se quiere cuidar el lenguaje no se puede llegar a conclusiones de “el más feliz”, “el más enamorado”, o “el más ilusionado”, pues estaríamos faltando a nuestra comunicación y al sentido común más elemental. Siempre es posible mencionar “un hombre muy feliz”, o “qué hombre más feliz”, "qué hombre más feliz", o incluso “este hombre es mucho más feliz que la media”.
Las empresas de marketing usan el lenguaje a sus anchas, y como bien sabemos, para vender. Pero de ahí, a que las Universidades están empezando a dar a la humanidad este nuevo sello de imprecisión, me parece aberrante. Deberían empezar por conocer lo malo del coaching y PNL (programación neuro lingüística), y cuidar cómo hablan, para poder formular con seriedad y evitar el protagonismo con la “presentación” de descubrimientos imprecisos que impactan a nivel de marketing. Cabe recordar la última del CERN en la que decían que los neutrinos iban más rápido que la luz, ¿verdad que salió en toda la prensa sin estar toda la comunidad científica de acuerdo? Eso vende…
¿Cuál es la importancia del lenguaje científico? Para mí es básica la importancia del lenguaje científico y saber el papel del lenguaje en las teorías científicas. Cuando me comunico me gusta pensar lo que digo y escribo. Soy más lento, pero intento ser más preciso y tener más sinceridad, ¿no creen que es mejor? A mi me parece muy importante el lenguaje de la ciencia, ¡hablemos con propiedad!
Y ya que hablamos de ciencia y lenguaje, me sorprende cada vez que oigo lo de ¡Científicamente probado! ¡Está científicamente probado! ¡La ciencia ha demostrado! Cuando era joven era una de los reflexiones que más escuchaba… “eso ha sido científicamente probado”, “gracias a las últimas investigaciones está científicamente probado”, “no me queda ninguna duda, pues está científicamente probado”.
Hoy me doy cuenta que aquello de “científicamente probado” es en la mayoría de los casos una especie… “mira lo que hemos hecho que te creas”. Como he leído en algunos blogs, al final resulta que… “la frase es propia de anuncios de champús, detergentes y remedios raros, así como en las afirmaciones de los charlatanes"; en pocas palabras, la usa gente que nos quiere convencer de cosas dudosas”.
Creo que a Bush le faltó decir que estaba “científicamente probada” la existencia de armas de destrucción masiva en Irak. O a Berlusconi decir que estaba “científicamente probado” que no había tenido relaciones de destrucción masiva. O a Maduro decir que era un hecho “científicamente probado” que le había votado masivamente toda la población.
Lo siento, ya no me creo nada, y tiendo a ignorar este tipos de creencias. Pese a usar muchos champús científicos, se me sigue cayendo el pelo, y la ropa se acaba tirando, e incluso algunas veces enfermo. Me temo que está “científicamente probado” que las personas con sentido común ya no nos creemos las memeces de los charlatanes. ¡Bienvenidos al mundo científicamente por explorar!
Y ya que hablan tanto de la ciencia de la felicidad, te sugiero estas leyendas de la felicidad.
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