Es la pregunta que medito algunas veces cuando veo ciertos abusos. Los ejemplos son múltiples, ¿o es que nadie recuerda que Estados Unidos invadió un país sin más argumento que la ceguera de unos militares sedientos de perder presupuesto armamentístico?, ¿por qué se pasea por la calle el ex-tesorero del partido político de España con más de 47 millones de euros que movió por paraísos fiscales?, ¿qué pasa en Italia que un ex-presidente se ha reído de toda la justicia habiendo manipulado las leyes para su propio beneficio?
Lo curioso es que cuando se manipula, para el mal, los hay que saben hacerlo con gran estilo y los hay que no tienen la menor clase. Muchos usan las reglas de un incompetente profesional como si fuera un manual. Otros al menos le aplican un poco estilo e improvisación.
Si quieren un ejemplo de estilo improvisado y “cutre”, pueden observar lo que han hecho en esta asociación: Los 10 peores coaches que encontré en el coaching (que habla de la estafa del coaching). Los actuales responsables de estos ordinarios del mundo del coaching, que hablan español, son aún más ridículos. Se dedican incluso a saltarse las normas más básicas que tiene cualquier profesional (Las lecciones que tiene que aprender el coaching de Arthur Andersen). ¿Y cómo vienen a responder? Sencillo, incluso tienen el valor de poner en este blog… “La Junta Directiva tiene una política muy estricta sobre el conflicto de intereses para que las decisiones sean tomadas en el mejor interés de la ICF en lugar de un individuo, lo que evita comportamientos que no sean éticos”, argumento que vale para las personas con poco criterio. ¿Piensan que comprueban si se acuestan con sus clientes? Ya les adelanto que no, y así ¿cómo se creen tan estrictos?
Al final se ponen unas normas de buen gobierno, o un ridículo código ético y se piensan que dan ejemplo. No me sorprendió cuando hace poco leía “Ninguna empresa del Ibex (español) cumple los estándares internacionales de buen gobierno”, con joyas como “… 12 compañías mantienen el mismo auditor desde hace más de 20 años, y lo peor es que no dan ninguna justificación de por qué lo hacen ni explican las garantías para evitar riesgos contra la independencia de este”… vamos… ¡dime de que presumes y te diré de qué careces!
Y es la gran pregunta… ¿hasta dónde tiene que llegarles la mierda para que este tipo de personas se avergüencen las malas prácticas que realizan? Francamente, tengo la sensación de que una vez que meten el pie en el charco de lodo, hasta le toman el gusto… y comienza aquello de “ande yo caliente, ríase la gente”… ¡así que dejemos que disfruten en el barro!... ¡de donde no sales por mucho ética que vendas!
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