¿Quién no se ha comparado alguna vez? Compararse es humano. Sin embargo, cuando esta actitud se convierte en un hábito, puede afectar negativamente nuestra autoestima y generar insatisfacción. La pregunta es, ¿cómo dejar de compararme?
Compararte con los demás: La Real Academia nos indica que comparar lleva a "analizar con atención una cosa o a una persona para establecer sus semejanzas o diferencias con otra". Ahora es un buen momento para reflexionar sobre el tema... ¿No te da la impresión de que todo el mundo está todo el día comparándose con los demás? Antes de buscar frases para no compararse con los demás, mejor deja de compararte con los demás.
– Señora, venimos a detener a su hijo porque ha asesinado a su compañero esta mañana en clase– comentó el policía con aire autoritario. – ¡Pero qué me están diciendo! ¡Vayan a por el hijo de mi vecina, que ha asesinado ya a treinta! ¡Y dejen a mi hijo en paz! – respondió la madre con una tranquilidad pasmosa.
Seguro que parece una tontería de diálogo, y un tanto irreal, ya que una madre nunca se quedaría tranquila si su hijo mata a otra persona. Ahora cambien la palabra asesinado por otra como maltratado, robado, estafado, pegado, mentido, acosado, etc… y verán que se hace más real. ¿Verdad? ¿Más real? Se ve mucho en personas que se creen perfectas. A mí me sigue pareciendo igual de absurdo. Me da igual lo que haya hecho el vecino. Lo que ha hecho su hijo está mal (no hace falta ser premio Nobel o haber ido a la última charla motivacional). El consuelo de la comparación con los demás no debe ser una pretensión habitual para eludir la responsabilidad de nuestros actos.
Compararse puede ser un hábito muy dañino, ya que generalmente nos hace sentir mal. Nos comparamos con los demás en muchos aspectos de nuestras vidas, desde lo físico hasta lo material. A menudo, esta forma de pensar nos hace sentir inseguros, insatisfechos y puede afectar negativamente nuestra autoestima.
Compararse puede ser muy dañino porque:
La comparación puede surgir en cualquier ámbito de nuestra vida: en el trabajo, al realizar la reflexión del espejo, en las relaciones, etc. Y si bien en algunos casos puede ser motivadora, en general suele ser destructiva.Te comparto algunas ideas que en muchos casos funcionan:
Ahora bien, si alguien hace más o menos que los demás, es un ejercicio de pataleo que sólo sirve a los incompetentes que no asumen su parte de responsabilidad. No debemos mezclarnos con personas que no nos generen confianza, así que evitemos al típico presumido.
Pero parece que es a lo que nos acostumbran día a día. Nos llegaron los Papeles de Panamá (Panamá Papers), los Papeles de Luxemburgo (Luxemburgo Leaks) y otros muchos que vemos día a día donde vemos ladrones de primera línea, y parece que ya ni nos asustamos porque siempre nos viene a la cabeza algún ladrón que ha evadido más. ¿Qué nos roba alguien? Da igual, ¡siempre habrá alguien que robe más! (ejemplo habitual de comparar).
Compararse es un reflejo nefasto para nuestra vida profesional. Personas famosas, empresarios, o políticos de primera línea que nos llevan vendiendo moral desde hace años. Al menos si quieren comparar que aprendan a hacerlo con estilo.
Es la realidad: si se miente, se ha mentido; si se roba, se ha robado; si se acosa, se ha acosado. Basta ya de comparaciones, y comencemos a responsabilizar a la gente por sus actos, y no por si lo hacen mejor o peor de los demás. Es bueno compararse con los mejores para aprender y ser más competitivos. Pero compararse con los peores para no aceptar las propias incapacidades, me parece de rezagados o de persona incompetente. Ahora bien, si alguien hace más o menos que los demás, es un ejercicio de pataleo que sólo sirve a los incompetentes que no asumen su parte de responsabilidad. No debemos mezclarnos con personas que no nos generen confianza, así que evitemos a los que están todo el día presumiendo de su inutilidad a base de compararse con los peores.
Después de haber explicado cómo dejar de compararme, sorprendente la ignorancia comunicativa que tienen algunos. Muchas personas (véanse políticos) les encanta eso de comparar con Hitler o los nazis. Hemos observado cómo un presidente de Venezuela lo hizo con el opositor (Maduro denuncia un 'golpe de estado' y llama Hitler a Capriles), y la secretaria general del partido que gobierna en España lo hace con los ciudadanos que están protestando (Cospedal tilda los escraches de “nazismo puro” propio de antes de la Guerra Civil).
A mí me parece importante apoyarnos en la historia con sentido y rigurosidad. Adolf Hitler lideró un régimen totalitario durante la Alemania nazi, que fue causante de la muerte de 17 millones de persona (6 incluyendo seis millones de judíos y entre 500.000 y 1.500.000 de gitanos). Es decir, Hitler fue causante del llamado Holocausto. Que alguien tenga la osadía de comparar a algún ciudadano con Hitler, o con las prácticas que realizaban es motivo para pensar que son ejemplo de ignorancia de la historia, o simplemente no tienen pensamiento crítico. Me inclino por lo segundo, porque no es normal tanta tontería.
Más allá de frases para no compararse con los demás, como digo en mis clases de Panamerican Business School, hay que pensar que es muy arriesgado comparar entre cosas distintas. Es decir, comparar un ciudadano de Venezuela con Hitler es como comparar a un bebé recién nacido con Jack el Destripador. ¿Tan complicado es pedir un poco de coherencia? Cuando se recurren a este tipo de argumentos, se pierde toda credibilidad. Recuerden que no podemos continuar rodeados de personas que no generen confianza tras demostrar tanta manipulación verbal.
Esta web usa galletitas