¿Estamos preparados para pedir lo que necesitamos en la vida? Es uno de los ejercicios que más recomiendo... ¡aprender a pedir con una buena Carta a los Reyes Magos! Reconozco que no es habitual este tipo de ejercicios, y que mucha gente piensa que es un mero razonamiento mental, ¡qué el amor no hay quien lo controle! (bueno, normalmente acaban cansandos de esa creencia). Pero cuando lo hayan hecho, de verdad, se darán cuenta de muchas cosas. Además de escribir lo que se quiere, es más importante aún, reflexionar por qué se quiere.
En este caso, hoy os comparto el ejemplo de una mujer, una gran amiga Agueda Leal Quiñones, quien disfrutó mucho realizando este ejercicio. Su carta es tal que así:
¿Cómo es el hombre que quisiera que me acompañase hasta que la muerte nos separe? Puede parecer una frivolidad cuando la sociedad nos impone que lo que prima es el enamoramiento independientemente de cómo sea esa persona, pero es todo lo contrario, porque puedo observar que un gran grueso de la población no se plantea con qué tipo de persona quiere compartir la vida y las respuestas a esa pregunta no suelen ir más allá de que sea buena, simpática y que me guste.
Cuando hago este tipo de planteamientos, siempre me dicen que me “como mucho el coco” y que luego llegará alguien que no tiene nada que ver. Y precisamente, cuantos más años pasan y más veces me tropiezo en la vida amorosa, más convencida estoy de que para poder compartir todo el resto de vida con alguien, no es suficiente el enamoramiento sino que hay que compartir valores. He podido observar que la atracción por determinados atributos físicos y caracterízales han ido cambiando a lo largo de mi vida, por ejemplo, hace unos años me atraían los hombres serios, algo distantes,… muy contrarios a mi forma de ser, me parecían interesantes. Sin embargo ahora, me ocurre todo lo contrario, tras estar segura de que para mí las personas que hacen que saque más positivo del interior son más extravertidas, sociables y cercanas con capacidad de irradiación afectiva.
Poniendo una escala de valores, lo que más me importa es que la persona sea buena y confiable pero no por miedo, coerción social , por complacencia ajena , por deseabilidad social o por imposición educacional sino por voluntad propia, por encontrar ese sentido a la vida llegando a la reflexión final de que el camino hacia la felicidad pasa por la autenticidad, esa persona ha de saber estar bien y no desmontarse ante problemas por muy grandes que sean, conservar los valores cultivados y ser una persona generosa y agradecida en general, con la vida, …y con el mundo. Que sepa vivir intensamente cada momento con alegría y con ganas de amar, que disfrute compartiendo, que haya evolucionado espiritualmente y sea capaz de valorar y apreciar cada pequeña belleza que nos ofrece nuestra existencia sin necesidad de grandes placeres comprados o vendidos por los medios de comunicación social, que sea claro y autónomo en sus decisiones y formas de ver la vida pero además abierto a los cambios y posibles replanteamientos y sobre todo, interesado por descubrir cosas nuevas, valorar y apreciar puntos de vista diferentes con disposición a desechar lo antiguo cuando con argumentación algo le convence.
Yo a este hombre le admiraría y él me admiraría también, disfrutaríamos mutuamente con el crecimiento y desarrollo personal de cada cual con vidas confluentes pero sin tratar de atraparnos mutuamente, caminos cercanos, apoyo, amor, pero sin posesión. Un hombre que se alegre de mis progresos como yo de los suyos, que sepa sacrificar momentos presentes para ayudarme a conseguir una meta como yo lo haría por él.
Para mí es esencial esa alegría y energía vital, ese levantarse cada mañana amando la vida y amándome a mí como yo a la vida y a él, con ganas de aprender, hacer, evolucionar, con cierto orden y voluntad que unido a la inteligencia, le llegue a sentirse realizado con su trabajo o con actividades que le apasionen.
También es fundamental para mí que no se crea por encima de los demás y no sea una persona superficial, que mire más allá de sus narices y que no tenga el cerebro lavado por los medios de comunicación en cuanto a consumismo y estereotipos de belleza físicos exagerados, que me valore por quien soy no por mi físico y que acepte tanto sus supuestos defectos y diferencias como los míos, mejorando lo que se pueda sin llegar a convertir eso en motor de vida ni obsesión sino como una forma de seducir, por ejemplo, hacer deporte para estar bien pero no tener que llegar a a un quirófano para estar cañón o cuidar un poco la imagen pero no obsesionarse con ropas ni enseres de marca.
Este hombre no debe tener más vicio que el de disfrutar de todo, admito pequeños detallitos y los entiendo cómo me comprendo a mí misma con el pequeño “vicio” por los dulcecitos o el chocolate. En esa bondad de la que hablaba, ha de entrar el altruismo como síntoma de una visión superior y un entendimiento espiritual de la vida más allá de algo que dura poquísimo, que empieza y acaba, más allá de los planteamientos puramente hedonistas que al final no consiguen llenar el alma de las personas porque por más placeres que se tengan, si no se ama, dejan un vacío.
Ese hombre debería ver los errores no como fracasos sino como oportunidades de aprendizaje sin quedarse estancado en el pasado lamentándose, tendría que perdonarse rápidamente así mismo como así como hacerlo conmigo, seríamos un “dúo” unidos por el amor hacia el perfeccionamiento pero comprendiendo mutuamente nuestra humanidad, errores y sabiendo que jamás llegaremos a la absoluta perfección. Que su sentido del humor sea tan amplio que no sólo aprendamos de los errores sino que podamos reírnos de muchos de ellos.
Siempre me llamó la atención y me sigue llamando, un hombre equilibrado psicológicamente, que no tenga altos y bajos constantemente, que no se enfurezca ni entristezca por tonterías y claro está que no tenga tendencias ni paranoides, psicóticas ni esquizoides, límites,…y sin complejos ni obsesiones. El estado de ánimo puede cambiar pero cuando hay un trasfondo de amor, siempre puede tomarse todo con la suficiente calma como para que las fluctuaciones no afecten a que se pueda disfrutar la vida cada día.
Me gustaría que esta persona en su deseo por crecer y con toda la ilusión por ello, compartiese sus ideas y proyectos conmigo sin intrusismos, sin intromisiones pero sí para recibir apoyo y viceversa, que jamás tuviese que mentir, que produjese en mí la más alta de las confianzas, que pusiese expresarme su sombra, su lado oscuro y yo entenderlo y al contrario. También que fuese un hombre no sólo honesto sino honrado y coherente en sus actuaciones, con los valores que predique, que no se rinda ante la adversidad y que siga pensando que siempre se podrán hacer cosas para conseguir un mundo mejor.
Sería deseable que tuviese no sólo inteligencia sino cierto nivel cultural, experiencias de vida acumuladas que le sirvan como legado a transmitir y compartir y sobre todo, deseo de seguir aprendiendo.
Y como aspectos más típicos o superficiales, me gusta que sea un hombre sumamente cariñoso, expresivo, atento, considerado, que pida las cosas sin exigir sino con educación, nada agresivo, sensible, sea o no padre, que le gusten los niños y sea buen cuidador, que no sea machista y sea corresponsable, que valore el trabajo doméstico como trabajo que es y que aprenda a amar a su familia y otros seres humanos queridos sin dependencias ni abandonos propios pero por encima de sus propias prioridades cuando sea necesario.
Además de todo eso, ha de atraerme su olor, su mirada, me gusta que dedique muchos momentos no sólo a que exista una comunicación verbal fluida sino también no verbal, que desee y ponga de su parte para mantener la chispa con toda la ilusión, que mayoritariamente sea suave en sus caricias y movimientos pero que también sepa alternar momentos de pasión.
Respecto a parejas y amor, vengo observando también que hay hombres que descarto directamente por sus atributos físicos. Con los años he ido determinando preferencias más marcadas, por ejemplo, el llamarme más la atención el color de determinados ojos . No me gustan los "tíos" excesivamente cachas, me dan la sensación de narcisos, de obsesos por el propio cuerpo, me gusta que se cuiden, si puede ser que les guste el deporte y preferentemente deportes similares a los que adoro como el baile, patinaje, dar vueltas en bici, gimnasio pero sin dopajes ni excesos…Que le guste mucho la naturaleza y valore los paisajes tanto naturales como arquitectónicos, que disfrute de la música, lectura, y de manifestaciones artísticas que demuestren esa sensibilidad de la que antes hablaba. Un hombre excesivamente alto no me suele llamar la atención pero tampoco excesivamente bajo, me da igual el tipo de pelo pero si me dan a elegir, en principio, mejor con pelo, que le gusten las experiencias sexuales con amor pero que su objetivo no sea “cumplir” y cuantos más orgasmos mejor sino disfrutar conjuntamente de una experiencia, también me atrae que hable bien, que vocalice, que utilice esto en diferentes momentos como para leerme un libro (yo también a él) tumbado sobre la hierba o incluso por teléfono cuando estemos lejos. Yo no sé,…pero con un hombre que cumpla gran parte de lo descrito,…creo difícilmente faltaría la química imprescindible para enamorarse en un principio y seguir amando tras construir esa pareja para vivir y amar intensamente.
¿Te gustó? Mi carta de amor está aquí, ¡y a mí me funcionó!
Y no te pierdas esta entrevista donde te enseño cómo hacer una carta de amor pidiendo a los Reyes Magos...
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Identificar claramente lo que deseamos es indispensable para darle sentido y propósito a nuestra vida, también es fácil confundirnos, porque cuando no se ha experimentando algo se puede considerar bueno o malo, sin embargo en muchos casos ya estando en las experiencias directas se puede emitir una opinión con autoridad.
Totalmente de acuerdo... muy agradecido si compartes el blog con tus amistades.