¿Qué hacer en Vietnam? ¿Templos Vietnam? ¿La felicidad son pequeños momentos o es una forma de vivir? Sea como sea, nuestra viajera Style4Life nos va a acercar con cada entrega a rincones emocionantes del mundo. ¡Hablamos de sentir y explorar! ¡La felicidad en su estado puro! Comenzaremos por un lejano Vietnam mucho más sensorial que el representado en el cine!
Al visitar por primera vez la Península de Siam puede que comiences por Vietnam. Inconscientemente un filtro mental no va a parar de buscar similitudes y comparar el país con otros ya explorados en el continente asiático. Podría decir que China y Nepal son las imágenes que primero repican en la cabeza, impidiendo descubrir esta parte del sudeste asiático con los ojos de un niño que sale por primera vez a la calle. ¿Por qué siempre estamos tan condicionados al descubrir cosas nuevas y no nos dejamos llevar más, sentir más? ¿Serán los habituales prejuicios (o creencias) de los que hablan nuestro querido Pedro?
El calor sofocante no da tregua ni durante los monzones, que si bien durante un rato empapan, provocan después un bochorno insufrible. Esta sensación me llevaba como un flashback a la India aquél verano extenuante No obstante mi espíritu estaba más sosegado que allí (India), y reconozco, egocéntricamente, que no tenía aquel mal sabor de boca al pasear por la calle y cruzarme con los lugareños, sintiendo sus miradas profundas y tristes. Miradas que se clavan para siempre en el viajero occidental.
Vietnam es un país con recursos, en el que afortunadamente digamos que hoy en día no se mueren de hambre. Fundamentalmente viven del arroz, en cuanto a la agricultura. Gran parte de la población se debe a sus arrozales, donde trabajan de sol a sol, y donde incluso después de muertos continúan estando (curioso paisaje el de los arrozales salpicados aleatoriamente por las tumbas de los campesinos que los trabajaron).
Por supuesto, el confort es un baremo occidental difícil de aplicar en esta parte de Oriente, y si vives ajeno a lo que ello (confort) significa en nuestro lado del mundo, puedes ser feliz y pensar que no necesitas más. Pero… ¿cómo pueden soportar sin una mueca el húmedo calor que te debilita y te quita las ganas hasta de admirar lugares asombrosos? Incluso visten con más ropa en esta época del año…¿tal vez por preservar la mayor o menor blancura de su piel, o para protegerse de los rayos, y de la polución? para esto último además cuentan con la sempiterna mascarilla sobre el rostro, casi obligatoria para moverse en moto por la ciudad, en la que podría decirse que hay más motos que habitantes, un auténtico hormigueo de vespas donde el caos es lo único que impera para el tráfico y donde paradójicamente es poco probable ver un accidente...¡impresionante!
A través de las pagodas, buscaba el misticismo y la paz que solamente los lugares religiosos dan, especialmente los budistas. Descubrí un templo confucionista (templo de la literatura), dedicado en este caso a los sabios antepasados. En ellos se encuentran iconos como el ave fénix sobre la tortuga (dos de los cinco animales celestiales del Feng Shui) simbolizando binomios clásicos como el bien y el mal, la erudición y la ignorancia, etc…Aunque yo prefiero como símbolos el mítico Yin y el Yang, o la justa balanza (y no obsesionarnos con los extremos). El potente incienso perfuma las estancias a través de grandes difusores de los que penden sus oraciones o plegarias Como curiosidad también se puede encontrar un tipo de ofrendas a los muertos hechas en cartón o papel con forma de casas, coches, dinero…Si no me lo llegan a explicar hubiera pensado que eran juguetes. En Vietnam puedes incluso encontrar templos fusión como los llamados Cao Dai que integran imágenes de los dioses de las principales religiones monoteístas. Podríamos considerarlos templos globalizados, aunque no sé si aptos para todos los fieles... Muy coloridos, por cierto.
Navegar por la Bahía de Halong se convierte en algo espectacular, con sus cientos de islotes. Como colofón a tanta belleza natural me animé a hacer más completa la experiencia pidiendo un masaje a bordo del barco, por la noche… Curiosamente la situación se tornó bastante cómica pues mi supuesta masajista parece que acabó improvisando -¿tal vez por no tener mucha idea de cómo dar masajes?- y se entretuvo con mi cabeza dándome tironcitos de pelo que ella debía pensar que yo encontraría placentero, pero que no fue exactamente así. ¡Aún me río del absurdo de aquel momento!... los vietnamitas son gente de recursos, eso me quedó bastante claro -y si no, que se lo digan a los americanos!-… un viaje sin duda ¡para sudar de felicidad!
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Genial!!! Me encanta esta nueva sección! Por aquí estaré esperando nuevo articulo cada dos semanas!!
Gracias Lucía, aquí estaré relatando... viernes sí, viernes no :-)
Excelente artículo Pillareta, muchas gracias por la colaboración. ¡Te esperamos cada dos semanas!