Cada vez son más los que se forman en algún curso exprés de coaching y se ponen a predicar al mundo que todo se arregla con palabras. ¿Verdad que te viene a la mente alguien? Es un planteamiento maravilloso, pero la realidad es que resulta poco productivo. Hoy un “denomínese a sí mismo como coach”, compartía el siguiente cuento en mi muro de Facebook:
Un monje viaja con su discípulo por distintos valles. Estos monjes no conversaban ni tenían contacto con mujeres dada sus creencias. Mientras caminaban por el valle, encontraron a una mujer que quería atravesar un río y buscaba la forma de hacerlo sin caerse ni mojar su vestido. El Monje cargo a la mujer, puso sus dos piernas sobre sus hombros y atravesaron el río y luego la bajo. Ella siguió su camino y el monje con su discípulo por otro. El discípulo veía la situación totalmente indignado. Caminaron por dos días, y el discípulo constantemente con enojo. El monje le preguntó, ¿qué te pasa? El discípulo respondió: No puedo creer que ud. se haya echado esa mujer a sus hombros. El monje respondió: Querido discípulo, yo solté a esa mujer hace 2 días; en cambio tú la sigues cargando. Quizás es tiempo de soltar.
Este cuento venía a colación de repetir uno de mis post favoritos, “Los 10 peores coaches que encontré en el coaching (y los buenos)” una entrada en donde presento cómo la organización más grande de coaches sigue presumiendo en su catálogo de personas que han realizado (y realizan) malas prácticas profesionales. Es como pretender la reelección de un político del que se ha demostrado su presunción de culpabilidad en delitos de corrupción pero que no se ha condenado por resultar indultado. Vamos, un trampeo de narices, que desgraciadamente ocurre bastante. ¿Y qué hace mucha gente? Contar cuentos como los anteriores y pensar que hay que pasar página mientras los corruptos siguen moviéndose a sus anchas. Personalmente soy de la opinión de que personas como Julian Assange o Edward Snowden deben ser propuestas para el premio Nobel de la Paz, a la vez que se les quita a otros como Obama que ven lícito el espiar hasta a sus amigos. Como le respondía al coach del cuento… “Querido monje... deja de contar cuentos y empieza a trabaja por un mundo mejor... ¡es tiempo de actuar!” ¿Te atreves a denunciar las irregularidades que observas? ¿O sigues pensando que todo se arregla solo? No te pierdas este video con algunas opiniones del coaching Pulsa aquí si quieres conocer opiniones del coaching
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