Pedro nació en Madrid. Estudió ingeniería informática en la Universidad Autónoma de Madrid, y un Executive MBA en Esade. Vivió dos años en Holanda pero desde hace 6 meses vive en Uruguay. Trabaja en diferentes sectores, pero en especial dedica su tiempo al coaching.
Me llamo Pedro Amador, y según mi partida de nacimiento (y sin ánimo de poner en duda lo que dice mi madre) nací en Madrid. Pero no me gusta definir a las personas ni por su lugar de nacimiento ni por lo que dicen, prefiero que sea sólo por lo que hacen. Ojito que estoy bien contento de ser europeo, español y madrileño, pero ahora me pone más contento si cabe no vivir en España.
Estudié Ingeniería Informática en la Universidad Autónoma de Madrid, y después un Executive MBA en Esade.
Es una de las cuestiones que me quedaré siempre con ganas, porque en mi carrera (y mis tiempo) no era tan fácil como ahora. Sí que he visitado después a amigos haciendo el Erasmus… ¡qué buena etapa!
Ahora mismo llevo seis meses en Uruguay. Anteriormente he vivido casi dos años en Holanda, y tal como está esto del independentismo, me temo que en futuro añadiré Cataluña como otro país en el que ya viví dos años.
Trabajo de forma autónoma ofreciendo distintos servicios. Por un lado colaboro con una escuela de negocios y una universidad de Uruguay. Por otro realizo coaching, formación y conferencias de temáticas de crecimiento personal (comparto multitud de escritos en mi blog) donde me apoyo en una innovadora Metodología que ayuda a saber cómo liderar tu vida y ser más feliz (Happiness Play). Por último realizo servicios de consultoría para ayudar a crecer a las empresas, principalmente explotando el medio que ofrece Internet, con gestión de contenidos digitales.
Llamando a muchas puertas. Mi principal ventaja son los más de 10.000 contactos que tengo en Linkedin que me han ofrecido llegar a muchas personas con un montón de mercadeo digital. A partir de ahí nada de suerte, todo ha sido mostrar las posibilidades que consiguen mis clientes con mis servicios. En España el talento se ofrece en muchos casos gratis, y por eso decidí salir nuevamente del país. Por ejemplo, uno de los que iba a ser mi cliente decidió que pese a que entendía que ofrecía mejor servicio, elegía conferencias de superacion personal gratuitas que le ofrecía la directora de marketing de una conocida marcas de refrescos. Por mucha profesionalidad que ofrezcas, en España es complicado competir con gente que realiza servicios gratuitos.
Desde mi punto de vista ir al extranjero no es una actividad para todo el mundo. Para empezar es importante medir el nivel de apego que tienes a las cosas, o a “tu tierra”. Si te vas a mudar para poner mala cara en todo momento y estar todo el día extrañando lo que tenías, mejor es no moverse de casa. En mi caso tuve que aprender hasta cómo trabajar el desapego con los hijos.
Las mencioné en esta entrada, pero si me tengo que quedar con una, sencillamente respondería que vale la pena emigrar a Uruguay. Que la gente sonría, salude, y sea receptiva para mí es básico para pensar en un futuro para mi familia.
La verdad es que no extraño especialmente nada, porque ahora sólo me apego a mi pareja e hijo. Si me remonto a mi primera mudanza (Holanda), entonces recuerdo que echaba mucho de menos la buena comida (el menú de todos los días en cualquier bareto), o que el cielo no estuviera nublado la mayor parte del tiempo.
Un buen vino, un asado (chorizos, picaña y algo de cuadril) y luego un dulce de leche de postre. Indispensables para tener las mejores reflexiones.
No tengo ni idea, porque escuchando el Spotify me parece que no me muevo. Cuando vivía en Holanda recuerdo que hasta me empezó a gustar el flamenco (para un ratito, claro).
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